Mi reciente viaje a la isla Cham (07:30-15:30) fue absolutamente revitalizante. El autobús nos recogió en cada hotel y el trayecto duró unos 45-50 minutos. Después, tomamos una pequeña embarcación desde la costa y navegamos hacia la isla. Desde el momento en que llegué, me envolvió el encanto sereno e intacto de la isla y su impresionante belleza. Las aguas cristalinas brillaban bajo la dorada luz del sol, mientras que la suave brisa marina traía el aroma a sal y flores. Los lugareños me recibieron con cálidas sonrisas y genuina amabilidad, ofreciéndome sus lugares a precios competitivos. Primero hicimos una breve excursión a los lugares de interés locales (pozo de la suerte, templo de Buda, escuela). La comunicación en inglés fue un poco molesta con nuestro guía, pero lo compensó con creces con su actitud facilitadora. Después, tomamos otra lancha a motor para hacer snorkel en una costa de coral, donde nos quedamos 20 minutos. El fondo marino era impresionante. Este arrecife de coral no es solo un destino, es una sensación. Reavivó mi capacidad de asombro, me recordó el poder silencioso de la naturaleza y me dio una paz que no sabía que extrañaba. Luego, partimos en barco hacia una taberna cercana, donde degustamos delicias locales frescas (precio del almuerzo incluido, ver fotos). El entorno pintoresco, las playas limpias y llenas de arena nos animaron a volver a bucear. Finalmente, disfrutamos de un refresco de coco junto a la tumbona. Salí con el corazón lleno y el espíritu renovado, soñando ya con el día de mi regreso.