La tienda de kimonos es muy fácil de encontrar, cerca de una estación de metro, en el segundo piso de un edificio. Nada más entrar, el personal te recibe y te atiende en todo momento, sin dejarte desatendido. Hay muchos empleados que hablan chino, así que no tienes que preocuparte por la comunicación.
A la hora de elegir el kimono, una señora japonesa te da consejos sobre combinaciones, pero como queríamos un estilo más llamativo, no seguimos sus recomendaciones (agradecemos al resto del personal por ayudar a comunicárselo a la señora, ya que insistía bastante en lo tradicional, jaja).
Llegamos alrededor de las 10:30 y no había mucha gente, así que tardamos unos 30 minutos en todo el proceso.
Al final, mientras hacíamos fotos, nos preguntaron dónde habíamos alquilado el kimono, y así conocimos a nuevas personas con las que fuimos directamente a la tienda (nos convertimos en un reclamo publicitario sin querer).
Todo el personal de la tienda de kimonos es encantador, te hacen sentir muy a gusto, desde la recepción en chino hasta las dos señoras japonesas que te ayudan a ponerte el kimono. ¡Ha sido una experiencia realmente perfecta! ¡Y hemos hecho un montón de fotos preciosas!